domingo, 5 de julio de 2015

¿Qué es la Regeneración Democrática?



Cuando en 2007 UPyD empezó a hablar de “regeneración democrática”, sonaba extraño. Algunos lo llamaban populismo. Otros, demagogia. Para muchos era algo de lo que había que desconfiar. Todas las medidas de regeneración democrática que ha ido proponiendo UPyD han ido siendo rechazadas sistemáticamente por el Parlamento. De pronto, con la agudización de la crisis, con la desesperación de la gente, con la creciente indignación de la ciudadanía contra los políticos, después de que los votantes muestren su hartazgo y su desprecio, todos han recurrido al concepto. Han querido aparecer como los abanderados de la regeneración democrática y le han dado el sentido que les venía bien, especialmente en un mitin o en una tertulia televisiva, especialmente en estas últimas elecciones municipales y autonómicas. Así que, ¿qué es la regeneración democrática?

Pues es evidente, regenerar es volver a generar. Está claro. Pero… ¿para qué volver a generar algo que ya ha sido generado? Pues porque ya no es lo que era, ya no es lo que se quería que fuera. Porque han desvirtuado, pervertido y adulterado los valores fundamentales de la democracia. Porque han prostituido los conceptos. Porque han corrompido los mecanismos e instituciones.

De una democracia moderna se espera una separación de poderes, porque no puede haber independencia del Poder Judicial cuando los máximos órganos son elegidos por los políticos. Esto puede implicar que las leyes ilegales o que los políticos corruptos sean amparados por los jueces enchufados.

Los ciudadanos pagan impuestos para que los políticos los utilicen para proporcionales bienes y servicios, para ayudarles a solucionar sus problemas. Y en lugar de eso han construido enmarañadas redes clientelares. Los han utilizado para financiar ilegalmente sus partidos, para cobrar sobresueldos, para cobrar comisiones ilegales por obras y contratos públicos,… En una palabra: CORRUPCIÓN. Una corrupción económica que se podía paliar en buena medida con una herramienta fundamental: TRANSPARENCIA. 

Las instituciones públicas están fiscalizadas, pero las empresas públicas no. Y han proliferado como una plaga bíblica. Muchas de estas empresas públicas no aportan nada al ciudadano (que las sostiene con sus impuestos), pero son muy útiles para enchufar a los miembros del partido y a sus arrimados. Los sueldos no deben cumplir ningún baremo, así que se  pueden inflar tanto como se quiera. Los contratos no deben cumplir las normas de publicidad que deben seguir las administraciones públicas, así que dan pie a todo tipo de corruptelas y corrupciones. Mucha gente sospecha que esas empresas son creadas por los políticos para robar a los ciudadanos, y si un día se dignase a investigarlas algún juez imparcial, probablemente quedarían probadas esas sospechas.

Por otro lado, lo público se ha convertido en un cortijo de políticos de dudosa honorabilidad. Políticos que están expoliando todo lo público y poniéndolo en manos de grandes empresas privadas. Políticos que tienen un contrato con la ciudadanía por cuatro años y que ceden la explotación de los recursos públicos a empresas privadas por 25 años. Políticos que firman contratos garantizando beneficios enormes a las empresas contratantes aunque sea dándoles ese dinero de las arcas públicas. Políticos que han sido echados de su cargo por las urnas, que están en funciones, y que siguen firmando contratos por décadas. Políticos que están privatizando la recogida de basuras, el suministro de agua,… ¡hasta el aparcar en la vía pública! Servicios que antes proporcionaban las administraciones públicas, con empleados públicos, con recursos públicos, pagados con los impuestos de los contribuyentes,… y que ahora proporcionan empresas privadas. Al privatizarse todos estos servicios públicos, se necesitarán menos empresas públicas, menos organismos públicos, menos empleados públicos, menos impuestos,… Pues, curiosamente, se han aumentado las instituciones públicas, las empresas públicas, los empleados públicos, los impuestos,… Que alguien me lo explique, o que se lo explique a un juez imparcial. 

Los derechos y libertades de los ciudadanos están siendo recortados. Cada nueva ley que promulgan, cada modificación de una ya existente, es una prohibición más. Los actos más cotidianos los están tipificando como graves delitos. Las penas cada vez más duras. Los controles cada día más exhaustivos. El libre albedrío, anulado.

Se han cargado la igualdad ante la ley. No tienen los mismos derechos un vasco que un extremeño o un catalán que un manchego. No se aplican las mismas leyes a los hombres y a las mujeres. No se juzga de la misma manera al diputado aforado que al ciudadano que le vota…

Los partidos políticos deberían tener un funcionamiento interno democrático, pero no es así. En UPyD, desde el principio y siempre, se realizan las elecciones internas por el democrático procedimiento de primarias. Ahora casi todos se apuntan a las primarias, y casi todos las esquivan con alguna argucia.

Al final todo es mentira, todo es pose, todo es aparentar, todo es de boquichi, todo es prometerle al ciudadano lo que quiere oír, pero no cumplirlo. El PSOE y el PP son los adalides de la corrupción, los artífices de la castración a la democracia, los implantadores de la desigualdad, los cabecillas del expolio de lo público, los culpables de la justificada indignación ciudadana. No pueden venir ahora de líderes de la regeneración democrática. 


Estando en estas surgen dos esperanzadoras opciones, una por la derecha y otra por la izquierda. Se presentan como renovadores, como regeneradores. Crean expectativas e ilusión. Una ilusión de la que está muy necesitado el ciudadano de a pie. Cada frase que pronuncian es para distanciarse del “PPSOE” o para acusarlos de los males del país. Por supuesto, hablan de regeneración democrática. Todos los días. Después de la palabrería, después de las promesas, después de las elecciones, después de los pactos postelectorales, cuando se pasa de la teoría a la práctica, cuando se sale de los sueños y se asienta la realidad, vamos viendo cómo esas diferencias se van diluyendo, cómo los que antes eran casta a hora son compañeros de cama, cómo lo mismo se pacta con Juana que con su hermana, cómo esos nuevos y diferentes partidos se van mimetizando con los viejos. Cómo van demostrando ser falsos los bonitos axiomas que proclamaban. Pero si está Albert Rivera pidiéndole al PP primarias mientras él se ha proclamado candidato a la presidencia del Gobierno saltándose las primarias con el artificio de los avales. ¿Qué esperanza nos queda de regeneración democrática?

Nos queda el original. Nos queda UPyD. Por todo ello y por mucho más, es necesario un UPyD libre. Un UPyD independiente. Un UPyD que defienda su manifiesto fundacional. Un UPyD con el respaldo de la ciudadanía. Y UPyD es necesario porque es necesaria una regeneración democrática.